La flor perdió su aroma
en el lúgubre pensamiento del ocaso
la noche encendida me despertó
entre telarañas blancas y negras
la alergia de la ciudad
se puso binoculares
y las jugadas se reiteran
en la calle de vapor
la luz de la mañana
al fin conquista la escena
y si agudiza el porvenir
es porque no se distrae
mientras tanto
alguien corre el colectivo
en alguna esquina
mi cerebro oxidado
permanece absorto
en la trampa de los pétalos
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