No se deben malgastar las palabras, vaciarlas de sentido. En las siguientes páginas la palabras adquieren un fundamento, un por qué y se alzan como una herramienta más para nuestra intervención. Pero no, herramienta no ¿por qué no? Porque esta palabra ya fue gastada y no alcanza para describir lo que queremos decir.
La cuestión está en no desviar la discusión hacia lugares inofensivos, en dejar de hablar del escritor del momento, de cómo escribe, si tacha o no, si escribe con lápiz o lapicera... eso no importa. Así es, no importa.
Lo que importa es dónde estamos parados y qué es lo que queremos decir. Nosotros debemos ser los protagonistas y dejar de delegar protagonismo a otros.
Por eso es que estamos haciendo esta revista, por eso el cambio en este cuarto número: volcarnos de lleno a la escritura. Por eso también cambiamos el formato, porque consideramos que no hay que esperar por el reconocimiento de ninguna institución, ni de ningún suplemento cultural de “prestigio”. El único reconociendo es poder hacer de la palabra algo que no haya sido hecho. Nos reconocemos en este sentido, porque desde nosotros parten las ideas.
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