No se deben malgastar las palabras, vaciarlas de sentido. En las siguientes páginas la palabras adquieren un fundamento, un por qué y se alzan como una herramienta más para nuestra intervención. Pero no, herramienta no ¿por qué no? Porque esta palabra ya fue gastada y no alcanza para describir lo que queremos decir.
La cuestión está en no desviar la discusión hacia lugares inofensivos, en dejar de hablar del escritor del momento, de cómo escribe, si tacha o no, si escribe con lápiz o lapicera... eso no importa. Así es, no importa.
Lo que importa es dónde estamos parados y qué es lo que queremos decir. Nosotros debemos ser los protagonistas y dejar de delegar protagonismo a otros.
Por eso es que estamos haciendo esta revista, por eso el cambio en este cuarto número: volcarnos de lleno a la escritura. Por eso también cambiamos el formato, porque consideramos que no hay que esperar por el reconocimiento de ninguna institución, ni de ningún suplemento cultural de “prestigio”. El único reconociendo es poder hacer de la palabra algo que no haya sido hecho. Nos reconocemos en este sentido, porque desde nosotros parten las ideas.
lunes, 22 de marzo de 2010
Resonancias / Una decisión a contramano, por Juan Manuel Negri
Para intentar un análisis profundo sobre la nueva Asignación Universal por hijo, en primer lugar resulta ineludible precisar en qué contexto se da, cuál es la situación de la pobreza, la desocupación y el costo de vida en Argentina.
Decir que se viven tiempos difíciles no es ninguna novedad. Pero cabe señalar que se está ante la mayor crisis de alcance mundial desde la gran depresión de los años 30. Esto, se ve reflejado en el crecimiento sin precedentes de la desocupación, en la incesante ola de desalojos, en las quiebras bancarias e industriales y en el derrumbe del comercio internacional.
Actualmente, el 40% de los argentinos no llega a la canasta básica de 1.600 pesos. Asimismo, “en el último año 400.000 trabajadores perdieron sus puestos de trabajo” (Prensa Obrera, 29/10). Por su parte, el Indec reconoce que los pocos empleos que se generan son precarios y que los trabajadores “no registrados”, que son la mitad de los asalariados, ganan en promedio unos 1.500 pesos.
Es en este contexto y no en otro que se enmarca la nueva Asignación Universal. Es interesante remarcar esto porque en la mayoría de los análisis el anclaje en la realidad brilla por su ausencia, y no es algo menor.
En este sentido, si bien esta medida significa algo de dinero extra para aquellos sectores más pobres, que hasta ahora no recibían ningún subsidio, no por esta sola razón se la puede calificar como acertada, ya que de ningún modo contribuye a revertir la situación de fondo.
Frente a este panorama se configura como una medida insuficiente, que más que luchar contra la pobreza, como lo sería por ejemplo generar trabajo genuino, propone un mero asistencialismo estatal.
En definitiva, el monto final de 180 pesos no asegura revertir el estado de vulnerabilidad de quien lo percibe. Para la consultora Ecolatina, la canasta de indigencia ascendía en julio pasado a 260 pesos por persona. O sea que la caridad oficial no llega a cubrir la totalidad del alimento de los menores que pretende amparar.
Para ponerlo en términos cotidianos, piénsese en una familia tipo donde los padres están desocupados, o están dentro del 40% que no llega a la canasta básica. Con los 180 pesos por hijo no se aseguran necesidades indispensables como lo son la vestimenta, una vivienda digna, el gasto en transporte, los materiales escolares. Ni hablar de comprar un libro o un juguete. Es decir, en esa familia los niños seguirán en la indigencia.
Otro aspecto negativo es la financiación. “Se estima que otorgar 180 pesos mensuales por hijo significaría un costo anual de unos 31.000 millones de pesos, de los cuales unos 15.000 millones surgirían de redistribuir fondos asignados a políticas actuales de ayuda social” (La Nación, 26/10). Es decir, de “recursos que están en planes como el Jefes de Hogar y el Familias, entre otros, y de la mayor recaudación impositiva por mayor consumo” (ídem).
Esto se puede interpretar como una re-redistribución de la pobreza si se tiene en cuenta que no se gravará una renta al gran capital agrario e inmobiliario que paga impuestos sesenta veces inferiores a lo que valen sus propiedades, sino que el 50% de los fondos saldría del bolsillo de las mismas familias que hoy están bajo el nivel de pobreza e indigencia, mientras que el resto lo aportarían los consumidores finales.
Ahora bien, a la luz de los argumentos esgrimidos, dada la magnitud de la crisis actual y la situación del país, resulta evidente la esterilidad de esta medida para revertir el tema de fondo.
Por eso, vale la pena remarcar, que la lucha contra la pobreza no pasa por entregar o no un plan social. Se deben adoptar medidas que realmente solucionen las causantes de esta situación, y que no se queden en la lógica asistencialista de la política social.
Decir que se viven tiempos difíciles no es ninguna novedad. Pero cabe señalar que se está ante la mayor crisis de alcance mundial desde la gran depresión de los años 30. Esto, se ve reflejado en el crecimiento sin precedentes de la desocupación, en la incesante ola de desalojos, en las quiebras bancarias e industriales y en el derrumbe del comercio internacional.
Actualmente, el 40% de los argentinos no llega a la canasta básica de 1.600 pesos. Asimismo, “en el último año 400.000 trabajadores perdieron sus puestos de trabajo” (Prensa Obrera, 29/10). Por su parte, el Indec reconoce que los pocos empleos que se generan son precarios y que los trabajadores “no registrados”, que son la mitad de los asalariados, ganan en promedio unos 1.500 pesos.
Es en este contexto y no en otro que se enmarca la nueva Asignación Universal. Es interesante remarcar esto porque en la mayoría de los análisis el anclaje en la realidad brilla por su ausencia, y no es algo menor.
En este sentido, si bien esta medida significa algo de dinero extra para aquellos sectores más pobres, que hasta ahora no recibían ningún subsidio, no por esta sola razón se la puede calificar como acertada, ya que de ningún modo contribuye a revertir la situación de fondo.
Frente a este panorama se configura como una medida insuficiente, que más que luchar contra la pobreza, como lo sería por ejemplo generar trabajo genuino, propone un mero asistencialismo estatal.
En definitiva, el monto final de 180 pesos no asegura revertir el estado de vulnerabilidad de quien lo percibe. Para la consultora Ecolatina, la canasta de indigencia ascendía en julio pasado a 260 pesos por persona. O sea que la caridad oficial no llega a cubrir la totalidad del alimento de los menores que pretende amparar.
Para ponerlo en términos cotidianos, piénsese en una familia tipo donde los padres están desocupados, o están dentro del 40% que no llega a la canasta básica. Con los 180 pesos por hijo no se aseguran necesidades indispensables como lo son la vestimenta, una vivienda digna, el gasto en transporte, los materiales escolares. Ni hablar de comprar un libro o un juguete. Es decir, en esa familia los niños seguirán en la indigencia.
Otro aspecto negativo es la financiación. “Se estima que otorgar 180 pesos mensuales por hijo significaría un costo anual de unos 31.000 millones de pesos, de los cuales unos 15.000 millones surgirían de redistribuir fondos asignados a políticas actuales de ayuda social” (La Nación, 26/10). Es decir, de “recursos que están en planes como el Jefes de Hogar y el Familias, entre otros, y de la mayor recaudación impositiva por mayor consumo” (ídem).
Esto se puede interpretar como una re-redistribución de la pobreza si se tiene en cuenta que no se gravará una renta al gran capital agrario e inmobiliario que paga impuestos sesenta veces inferiores a lo que valen sus propiedades, sino que el 50% de los fondos saldría del bolsillo de las mismas familias que hoy están bajo el nivel de pobreza e indigencia, mientras que el resto lo aportarían los consumidores finales.
Ahora bien, a la luz de los argumentos esgrimidos, dada la magnitud de la crisis actual y la situación del país, resulta evidente la esterilidad de esta medida para revertir el tema de fondo.
Por eso, vale la pena remarcar, que la lucha contra la pobreza no pasa por entregar o no un plan social. Se deben adoptar medidas que realmente solucionen las causantes de esta situación, y que no se queden en la lógica asistencialista de la política social.
Pasa en primer término por prohibir los despidos y por generar trabajo genuino. Luego, por conseguir un salario que cubra el costo de la canasta familiar, que hoy ronda los 4.400 pesos; así como por un subsidio al desocupado que cubra el 82% de esa canasta y por una jubilación móvil que parta de ese mínimo
Rémoras / La flor del pensamiento, por Juan Manitta
La flor perdió su aroma
en el lúgubre pensamiento del ocaso
la noche encendida me despertó
entre telarañas blancas y negras
la alergia de la ciudad
se puso binoculares
y las jugadas se reiteran
en la calle de vapor
la luz de la mañana
al fin conquista la escena
y si agudiza el porvenir
es porque no se distrae
mientras tanto
alguien corre el colectivo
en alguna esquina
mi cerebro oxidado
permanece absorto
en la trampa de los pétalos
en el lúgubre pensamiento del ocaso
la noche encendida me despertó
entre telarañas blancas y negras
la alergia de la ciudad
se puso binoculares
y las jugadas se reiteran
en la calle de vapor
la luz de la mañana
al fin conquista la escena
y si agudiza el porvenir
es porque no se distrae
mientras tanto
alguien corre el colectivo
en alguna esquina
mi cerebro oxidado
permanece absorto
en la trampa de los pétalos
Rémoras / Ojalá llegue el día... por Andrés Dragowski
Ojalá llegue el día en que el fuego del caos consuma las salas donde no existe el tiempo.
Así comienza todo. Con esa idea nada más.
Esgrimir el fuego del caos es la tarea más noble a la que podemos aspirar, porque esa energía habita en nuestros corazones, indistintamente de las cosas que haga o no Prometeo.
¡Qué maravilla sería!
Una catarata, primero azul y espumosa, se vuelve multicolor, y las piedras se derriten y caen al suelo, como sendas gotas de agua. El río grita con una alegría salvaje, se vuelve verde, le crecen escamas, salta y comienza a danzar en el aire, mientras mira al mundo con sus ojos encendidos en cólera.
Eso ojos brillan con un único y maldito resplandor, y son capaces de ver mil cosas al mismo tiempo, y sin embargo no entender nada. El día en que sobrevuele un campo de centeno, será el día en que pueda retornar al río.
Y en el mismo momento en que las aguas de la serpiente hierven, y el río de tinta crece, una flor con brazo de culebra se yergue frente a una orquesta, al borde de un acantilado y con el mar de testigo.
¡Si tan sólo vieran! La rosa mueve las culebras que tiene por brazos, y de sus pétalos brota el polen, que grita de Purísima alegría al sentirse en el aire, que es donde le corresponde estar.
La orquesta está constituida por arañas de todos los colores y la melodía se materializa bajo al forma de una telaraña, que arrojan al mar, puesto que así creen que se hace la música.
-¡Infunda romance a la locura- gritó la rosa con brazos de culebra.
Y las arañas tejen más rápido, arrojando las hebras al mar, y el mar las atrapa, las mira, las acaricia, las besa, las abraza, y las devuelve al aire para que se queden flotando. El sol, que a pesar de que es de noche jamás se perdería el espectáculo, mira con su único ojo todo eso, y llora de la emoción. Pero las arañas gritan de horror ¡Las lágrimas del sol caen a la tierra, bajo la forma de terribles bolas de fuego! Por lo que comienzan a tejer un hilo más duro, más resistente, más glorioso.
Esta nueva telaraña es tendida sobre el acantilado y sobre el mar. Las lágrimas del sol impactan contra ella, pero nada sucede. La rosa con brazos de culebra y la orquesta de arañas continúan con la música, pero esta vez acompañados por un grillito que, escondido tras unas plantas, ejecuta débiles pero hermosos sonidos.
El concierto termina y todos regresan a sus casa. Las arañas enfilan hacia un bosque tenebroso, porque toda araña que se precie de ser una araña digna tiene que vivir en un bosque tenebroso solamente.
Este bosque es tan sólo un grupo de cuatro árboles antiquísimos, con las hojas ya grises y la corteza llena de savia amarilla y vieja. Pero las arañas guardan mucho cariño hacia esos árboles, por eso le dicen “el bosque”, y ellos entienden.
El grillito también vive en el bosque tenebroso, en una cuevita un poco lejos de las casa de las arañas. Se recuesta cansado, feliz de haber participado en el concierto. Las arañas saben y entienden, pero los que sonríen son los árboles.
Las que nos sonríen son las hormigas, ya que estando cómodas en sus hormigueros no se preocupan por nada, y por eso no entienden cuando las arañas, apiadándose de ellas, les dicen “cronopio, cronopio”.
Éstas son las cosas que pasan todos los días ante nuestros ojos, y muy pocas veces nos damos cuenta. Es por eso que lo ideal sería que las salas sin tiempo fuesen consumidas por el fuego del caos, y explotasen, las maderas volasen y cayeran en muchos lugares distintos, para que así todos tengamos aunque sea una astillita a la que podamos decirle cosas lindas.
Y es por eso que llora el sol: porque no tiene nada.
Así comienza todo. Con esa idea nada más.
Esgrimir el fuego del caos es la tarea más noble a la que podemos aspirar, porque esa energía habita en nuestros corazones, indistintamente de las cosas que haga o no Prometeo.
¡Qué maravilla sería!
Una catarata, primero azul y espumosa, se vuelve multicolor, y las piedras se derriten y caen al suelo, como sendas gotas de agua. El río grita con una alegría salvaje, se vuelve verde, le crecen escamas, salta y comienza a danzar en el aire, mientras mira al mundo con sus ojos encendidos en cólera.
Eso ojos brillan con un único y maldito resplandor, y son capaces de ver mil cosas al mismo tiempo, y sin embargo no entender nada. El día en que sobrevuele un campo de centeno, será el día en que pueda retornar al río.
Y en el mismo momento en que las aguas de la serpiente hierven, y el río de tinta crece, una flor con brazo de culebra se yergue frente a una orquesta, al borde de un acantilado y con el mar de testigo.
¡Si tan sólo vieran! La rosa mueve las culebras que tiene por brazos, y de sus pétalos brota el polen, que grita de Purísima alegría al sentirse en el aire, que es donde le corresponde estar.
La orquesta está constituida por arañas de todos los colores y la melodía se materializa bajo al forma de una telaraña, que arrojan al mar, puesto que así creen que se hace la música.
-¡Infunda romance a la locura- gritó la rosa con brazos de culebra.
Y las arañas tejen más rápido, arrojando las hebras al mar, y el mar las atrapa, las mira, las acaricia, las besa, las abraza, y las devuelve al aire para que se queden flotando. El sol, que a pesar de que es de noche jamás se perdería el espectáculo, mira con su único ojo todo eso, y llora de la emoción. Pero las arañas gritan de horror ¡Las lágrimas del sol caen a la tierra, bajo la forma de terribles bolas de fuego! Por lo que comienzan a tejer un hilo más duro, más resistente, más glorioso.
Esta nueva telaraña es tendida sobre el acantilado y sobre el mar. Las lágrimas del sol impactan contra ella, pero nada sucede. La rosa con brazos de culebra y la orquesta de arañas continúan con la música, pero esta vez acompañados por un grillito que, escondido tras unas plantas, ejecuta débiles pero hermosos sonidos.
El concierto termina y todos regresan a sus casa. Las arañas enfilan hacia un bosque tenebroso, porque toda araña que se precie de ser una araña digna tiene que vivir en un bosque tenebroso solamente.
Este bosque es tan sólo un grupo de cuatro árboles antiquísimos, con las hojas ya grises y la corteza llena de savia amarilla y vieja. Pero las arañas guardan mucho cariño hacia esos árboles, por eso le dicen “el bosque”, y ellos entienden.
El grillito también vive en el bosque tenebroso, en una cuevita un poco lejos de las casa de las arañas. Se recuesta cansado, feliz de haber participado en el concierto. Las arañas saben y entienden, pero los que sonríen son los árboles.
Las que nos sonríen son las hormigas, ya que estando cómodas en sus hormigueros no se preocupan por nada, y por eso no entienden cuando las arañas, apiadándose de ellas, les dicen “cronopio, cronopio”.
Éstas son las cosas que pasan todos los días ante nuestros ojos, y muy pocas veces nos damos cuenta. Es por eso que lo ideal sería que las salas sin tiempo fuesen consumidas por el fuego del caos, y explotasen, las maderas volasen y cayeran en muchos lugares distintos, para que así todos tengamos aunque sea una astillita a la que podamos decirle cosas lindas.
Y es por eso que llora el sol: porque no tiene nada.
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